sábado, 19 de julio de 2025

Los árboles de la esperanza

A la sombra de los árboles se cuecen las esperanzas. Allí donde la brisa refresca y las hojas mitigan el calor. Al resguardo de la naturaleza y con la vista puesta más allá del presente, los que sueñan viajan allende el hoy y se pasean por los anhelos. Arman y desarman los deseos. Apaciguan las calamidades del momento y se sacian con las aspiraciones de un mejor futuro. No es solo un ejercicio de resiliencia sino un reto a las adversidades. Un desafío vestido de pundonor. Una provocación a la vida misma. 


Sin certezas, pero con brío, aspiran a que las paletas del mañana pinten otros colores. Más claros, menos oscuros. Más vivos, menos muertos. Que dibujen ríos de felicidad y prosperidad. Corrientes que dejen atrás desgracias y decadencias. Estampas que trascienden al yo y se extrapolan a hijos y nietos. A ellos que son encarnación del porvenir. Retrato de todo lo bueno que brinda la tierra. 


¿Por qué no? ¿Por qué no? La interrogante retumba como un trueno. ¿Por qué no? Si bregan antes del primer rayo del astro rey. Si soportan y aguantan. Si solo reposan cuando la luna ya es vieja. Si el cielo es justicia, el azul que se cuela entre las ramas debe aseverarles que sí, que sí puede ser…


Para ellos la esperanza es un respiro. Una bocanada de oxígeno. Una ilusión que saca sonrisas y trae consigo la promesa de una mejor vida. Una que es mérito para quien todo lo da. Una que regale a los suyos del hoy y del mañana la concreción que aporta la dulce sombra. Las que regalan los árboles de la esperanza.

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